miércoles, 15 de junio de 2016

OTRAS CONSIDERACIONES - 30/3 - RODOLFO BENAVIDES


Otras consideraciones Consideremos ahora el ya muy conocido y plenamente aceptado fenómeno de la telepatía. Sí nosotros podemos practicarla —aunque todavía con muchas deficiencias, sobre todo por falta de educación apropiada—, ¿qué razón puede haber para que las unidades de ener- gía o viajeros del espacio no la puedan ejercitar y hasta con mucha mayor experiencia y eficacia? Veamos este asunto en el nivel en que en estos momentos se encuentra en nuestro planeta. Se ha venido repitiendo con frecuencia en los medios astronáutícos de varios países, particularmente en Esta- dos Unidos y Rusia, que la telepatía podría llegar a ser el más eficaz medio de comunicación interespacial, en los casos de fallos mecáni- cos o por interferencia de la Luna, de algún planeta o de otro imprevi- sible fenómeno estelar. En un articulo publicado en Ausia se subraya la importancia y atención que la ciencia debe conceder a la telepatía, a fin de resolver lo más pronto posible los naturales problemas que se crearán al cru- zar las enormes distancias que ya se están planeando y en aparatos que ya se están diseñando. Se piensa asi, debido a que las ondas eléc- tricas han sufrido serias interferencias en los experimentos realizados, mientras que la proyección del pensamiento —la telepatía— no parece verse afectada ni sufrir interferencias, ni siquiera bajo los hielos pola- res en la región ártica. Esto ha hecho suponer que para la telepatía no (355) existe el espacio-tiempo al menos como hasta hoy se le ha entendido. Se trata, pues, de una dimensión distinta. Es sobradamente conocido que tanto los norteamericanos como los rusos están trabajando intensamente en esta área tratando de encontrar la técnica apropiada para lograr el rápido desarrollo de la telepatía. Como casos concretos se pueden citar las experiencias realizadas por la tripulación del Apolo XI y la del Apolo XIV, esta última en febrero de 1971, en la que el astronauta Edgar Mitchell, tripulante del Apolo XIV, realizó cerca de 150 experimentos de tele- patía con el psíquico y telépata Olaf Johnson, ingeniero sueco resi- dente en Chicago. Estos y otros muchos experimentos semejantes demuestran que la energía que anima al ser humano corresponde a una dimensión dis- tinta de las ya conocidas y que no obedece al concepto espacio- tiempo como ya antes se dijo, hipótesis que por cierto viene a ser la misma que se refiere al espíritu dentro de las doctrinas ocultistas. Y hablando de espíritus, resultan interesantes los experimentos realizados en Japón y en México, que han consistido en la reunión de muchas personas afines entre si, pero a la manera espiritista, para invocar la presencia de fuerzas superiores. Hasta hace pocos años eran entendidas como espirituales, pero hoy se van aceptando como extraterrestres, pues se han dado casos en que han aparecido en el espacio algunos platillos voladores, que, aunque no hayan aterrizado o por lo menos no sabemos que lo hayan hecho, parecen haber queri- do demostrar que recibieron y entendieron la llamada, presentándose brevemente para dejar constancia de su presencia y lo que supone- mos un saludo fraternal. Si han dado tantas muestras de su existencia sin habernos perjudicado nunca, será porque tienen interés en que nos acostumbremos a ellos, preparando el encuentro que se producirá cuando establezcamos contacto directo. Podemos estar seguros que eso no ocurrirá sobre la corteza terrestre, en la que ellos corren gran peligro, sino que será en alguno de nuestros vuelos espacíales en un futuro cercano. Abundando en el tema, se sabe, al menos parcialmente, que los geólogos chinos encontraron hace algunos años en la región monta- (356) ñosa de Bayan-Kara-Ula más de 700 discos aparentemente de piedra o simplemente petrificados. Conteman un alto porcentaje de cobalto y tenían símbolos grabados, tal vez jeroglíficos, pero colocados en progresión espiral del centro hacia la periferia. Estudiado el sitio en que fueron encontrados, resultaron tener una antigüedad de 10 a 12,000 años. En un principio se les supuso de origen religioso tibetano anti- guo, pensando que habrían contenido oraciones, a la manera de las grandes ruedas de oraciones que hoy todavía se usan en los lamaste- rios. Pero un paciente trabajo de investigación, según el profesor Tsum-Um-Nuy, dio como resultado que esos signos grabados son una escritura muy antigua, que habla de viajeros y naves espaciales que descendieron a la Tierra hace 10 ó 12,000 años. Un detalle muy importante es que, mientras se estaban investigan- do dichos discos, éstos produjeron pulsaciones eléctricas, que aun- que muy débiles, revelan que alguna vez formaron parte de algún complejo eléctrico. Cabe pensar que son algo asi como las cintas magnetofónicas usadas en las computadoras. Esos símbolos tal vez sirvieron para ser proyectados al espacio exterior o para manejar naves de manera automática. Para confirmar lo dicho, en la misma región se han encontrado tumbas de hace 12,000 años, que contenían restos de cuerpos huma nos adultos, de baja estatura y de cabeza grande. Recuérdese que los mayas en América son de las mismas características. Por otra parte, existen en algunas regiones de China leyendas que dicen que, en tiempos muy^remotos, bajaron del cielo hombres enanos de rostro amarillo y gran cabeza. Estas leyendas siempre se habían tomado como una manera de explicar el origen del pueblo chi- no. Hoy parece ser otra la realidad. Los 10,000 ó 12,000 años revelados por los repetidos discos y por los restos humanos vienen a coincidir admirablemente en el tiem- po con lo señalado por el Zodíaco de Denderah. Corresponde tam- bién al principio de la Constelación de Leo, simbolizada en el pecho y garras de la Gran Esfinge egipcia. ¿Casualidad? ¿Qué sucedería en el mundo en esa lejana época de hace unos (357) 12,000 años, cuando aparece con tanta frecuencia en los símbolos, en Las indicaciones astronómicas antiguas, en las tradiciones, en los mi- Tos, en los viajeros y naves espaciales? (358)