. El chico dijo al cocodrilo:
-Antes de comerme, podríamos exponer nuestro caso ante este árbol. Vamos a ver qué dice.
Al cocodrilo le pareció bien y los dos expusieron sus historias al árbol. Cuando terminaron, el árbol sacudió sus ramas y habló:
-Cocodrilo.
-¡Sí! -exclamó Bambo.
-Creo que esta vez tienes razón. Nosotros los árboles sabemos lo ingratos que pueden ser los humanos. Vienen y se sientan bajo nuestra sombra, y los protegemos del sol abrasador. Nosotros les proporcionamos medicamentos y los ayudamos a que llueva mucho para el bien de sus tierras. Pero tan pronto como somos grandes y fuertes, vienen y nos cortan para sus egoístas propósitos. Son locos y desagradecidos. Cocodrilo, coge entonces tu presa -sentenció solemne el árbol.
Bambo quedó encantado con lo que el árbol había dicho.
-Ya lo has oído -dijo- es cierto que puedo comerte. Todo el mundo sabe lo ingratos que son los humanos.
El chico empezó a cantar esta canción:
Oh, tengo miedo al cocodrilo,
tengo miedo al cocodrilo.
Tengo miedo porque me comerá.
Justo en ese momento, una vaca venía de beber del río. El chico le dijo al cocodrilo:
-Podríamos exponer nuestro caso a esta vaca también. Estoy seguro de que ella no estaría de acuerdo con el árbol. Deja que veamos lo que ella nos tiene que decir.
Bambo estuvo de acuerdo y llamaron a la vaca, que ya había terminado de beber. Cuando ambos terminaron de contar su historia la vaca levantó la cabeza y dijo:
-Cocodrilo.
-¿Si? -preguntó Bambo.CONTINUARÁ...