viernes, 15 de diciembre de 2017

DESTELLOS PATAGÓNICOS (3) -El misterio del molino viejo-


EL MISTERIO DEL MOLINO VIEJO 1 de diciembre EL MISTERIO DEL MOLINO VIEJO Por Sergio Pellizza Venia del este, donde esta ese misterios molino viejo que se vía como una cruz negra en la distancia. Ese molino con tantas historias de cosas raras que todos sabían y que comentaban por lo bajo… Se contaba que hacía muchos años, un día el agua que bombeaba para el tanque australiano salía pardo rojizo, imbebible para los animales. Asociado a esta rara circunstancia aparecieron en las cercanías varias ovejas muertas. No era ataques de pumas. No había rastros de ningún zarpazo o dentellada propias de de la forma de estos animales salvajes. Las ovejas presentaban dos cortes limpios como hechos a cuchillo en el pecho hasta la garganta, y por ese corte parecía que habían sido sorbidos toda la sangre y las viseras como con una aspiradora. Aparecían así cerca del molino, con la piel algo, de tejido muscular y los huesos. Alguien leyó en un diario viejo acerca de un animal rarísimo que había parecido en México. Lo llamaban el chupa cabras. Así quedo la versión local del “chupa ovejas”. Nunca paso más nada… El patrón había mandado cercarlo con alambre tejido para evitar más comentarios y proteger a su personal de no sabía bien que. Pero por si acaso… En ese madrugar tardío, donde el sol se despereza con toda tranquilidad para luego aparecer de golpe, como dando un salto de la cama de la noche prolongada en ese mes de agosto. Lo vieron, caminaba despacio, tambaleándose, silueteándose grotescamente contra el claro cielo iluminado. Al aproximarse apenas lo reconocieron, era Laureano, el capataz de la estancia vecina. Hacía tiempo que no lo veían. Algunos pensaron que se había ido con la última comparsa de esquila. Nadie hubiera creído que, Laureano un paisano bien plantado y no mal parecido hubiera decaído tanto. Parecía que le estuvieran sorbiendo la vida. Se veía andrajoso, débil, apenas podía caminar. Varios corrieron a su encuentro. -¿Don Laureano que le ha pasado?, preguntó Juan, una joven promesa de excelente domador, que llegó primero. -Les contare pero no se me acerquen. No parare aquí, ni en ninguna otra parte, solo manténgase lejos, denme un poco de agua, descansare un rato y seguiré mi camino. Parecía en estado de trance o de shock. En su relato renacía el terror y sus ojos resbalaban hacia la boca, que se torcía y temblaba. Luego de la boca se trasmitía a las manos. Que tendían, los dedos en una especie de espasmo, como diciendo no se acerquen. -Hay que llamar al administrador dijo juan, guardando prudente distancia, el sabrá que hacer y hagámosle caso. Mantengámonos lejos, puede tener alguna enfermedad contagiosa. Hay que llamar al administrador y al patrón también dijeron varios. Un paisano mayor, ya casi anciano El respetado Don Braulio dijo. -Déjense de macanas, no se dieron cuenta del estado de este hombre necesita auxilio. –Déjenmelo a mí mientras ustedes van en busca de más ayuda. Don Braulio se aproxima al hombre, lo abriga con su poncho y le dice… al oído. -Tranquilo amigo… lo llevaremos a la casa y se quedara aquí hasta que se reponga. En ese instante siente como dos pinchazos en su cuello y el hombre, sufre como un estertor y se afloja como si sus huesos fueran de goma, totalmente flácidos. -Ha muerto, dice don Braulio. Con una extraña voz que nunca le habían escuchado antes… Se yergue y a medida que lo hace parece que un cambio se esta produciendo en su cuerpo. Los dolores del reuma localizado en su columna vertebral, que le obligaban a caminar medio encorvado ya no están. Se sintió fuerte de repente, veía mucho mejor escuchaba hasta la respiración de los paisanos esperando a prudente distancia. Erguido en toda su estatura se sentía más alto. Se palpó los brazos llenos de solida musculatura al igual que las piernas. También se paso una mano por su cabeza. ¡Le había crecido el pelo¡… De repente se sentía muy fuerte y poderoso… Se seguía explorando atónito por los cambios, se paso los dedos por la boca y allí noto también cambios. Los colmillos habían crecido desmesuradamente, aun con la boca cerrada sobresalían un par de centímetros de sus labios. Al mismo tiempo sintió una desesperante sed, no de agua precisamente. Sabia donde saciarla y se encamino lentamente al grupo… Juan se adelantó corriendo hacia él, preguntó… ¿Qué pasó Don Braulio? Cuente… Fueron sus últimas palabras. 1 Diciembre 2017