viernes, 30 de marzo de 2018

DESTELLOS PATAGÓNICOS (30)


EL PEQUEÑO PESCADOR
Por Sergio Pellizza: El Rio Gallegos, a la altura de Guer aike, está tranquilo con su curso regular de deshielo de primavera. El puente de hierro parecía desperezarse con unos chirridos metálicos. Era viejo había sido inaugurado en 1911. Se comentaba que pronto se haría otro de hormigón armado, más ancho y mejor. También un camino nuevo. Al rio no le importaba y al puente que había visto pasar mucha agua por debajo, tampoco. Si, estaban ambos ansiosos porque el niño no viene. También lo estaban las plantas acuáticas que siempre agitaban a propósito para ahuyentar a los peces y acercarlos al pequeño pescador. Ya avanzada la mañana, deciden preguntarle al viento del oeste que siempre anda por todos lados trayendo y llevando noticias y chimentos. El viento se calmó un rato para contar un chimento intrascendente y fue en ese momento que le preguntaron si sabía algo del niño. -No lo he visto esta mañana en la estancia, dijo, pero averiguare que pasa y les cuento. Regresó a los pocos minutos con la noticia de que el niño estaba enfermo y habían llamado al médico por la radio. Este indicó que no lo movieran y que iría una ambulancia para trasladarlo al hospital de Rio Gallegos. -Estoy muy triste dijo el puente. -Yo también contesto el rio - Ayer lo vi muy pálido y no nos habló de sus sueños. – También dejó su caña. Ya no sujeta, ahora ha descendido lentamente; su punta está sumergida en el agua. Al dar contra ella, la plácida corriente se altera apenas. Las plantas acuáticas se suman a la gran pregunta - ¿Qué ha ocurrido? El viento compungido trajo la respuesta. -El niño ha muerto, pero no se ha ido.- En su último suspiro me entregó su ángel de la guarda que ahora está conmigo y se quedará siempre con nosotros para cuidar el puente, las plantas y el río…