jueves, 13 de marzo de 2014

CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA


LA CUARTA Y ÚLTIMA PARTE APARECE AL PRINCIPIO (Las primeras tres leerlas abajo) *************************************************************************************************************** CARTA A UN JOVEN ARGENTINO QUE ESTUDIA FILOSOFÍA (CUARTA Y ULTIMA PARTE) Yo espero mucho de la juventud intelectual argentina: pero sólo confiaré en ella cuando la encuentre resuelta a cultivar muy en serio el gran deporte de la precisión mental. Más de una vez-y por cierto con anterioridad a las voces que ahora comienzan fuera de España a insinuar algo parecido- he hecho notar que la historia avanza según grandes ritmos biológicos, de los cuales es uno el de la edad. "Hay tiempos de jóvenes y tiempos de viejos", decía yo en EL TEMA DE NUESTRO TIEMPO. La menera de reconocer a qué sazón vital pertenece una época es determinar si las ocupaciones que en ella dan el tono son de tono "serio" o de tono alegre. Porque las cosas todas del mundo se pueden repartir en esas dos clases de tonalidad. Hay paisajes tristes y paisajes jocundos.Y esta diferencia de matiz expresivo no proviene como ha solido creerse, de una mera proyección sobre el paisaje indiferente de nuestros estados subjetivos. El paisaje triste- ciertos puertos lívidos y cardenosos de España-, Somosierra, Piqueras por ejemplo, lo son por sí mismos. El que va alegre por ellos nota su trsteza, sólo por el hervor d su interno regocijo le defiende e inmuniza de la triteza invasora que el paisaje comprime contra su persona. Del mismo modo, al salir de una habitación caldeada, el fuego acumulado en nuestro cuerpo impide que sea penetrado por el frìo exterior que percibimos, pero,por decirlo así,mantenemos a raya, sin transitar las frontera de nuestra piel. Pues bien; en ese sentido hay ocupaciones "serias", como son la política y la industria en general, el derecho y la economía. Son puros formalismos, y como tales, tristes, grises, sin interior suficiencia. La "seriedad" del magistrado y del contable; en general, gravedad del burgués es un reflejo de sus serias preocupaciones. En cambio, la ciencia, por ejemplo la filosofía, ríe y sonríe en los diálogos de Platón con un ruido de algazara escolar.Cosa nada sorprendente si se advierte que la filosifía se inventó por unos viejos sonrientes en conversación con los muchachos que salían del gimnasio triscando delante de sus ayos o " pedagogos".(Véase el LYSIAS) El predominio del deporte físico, con su tono de alegrìa muscular, es, acaso, un síntoma de cariz que la vida va a ir tomando. Parece como si Europa se entregase a una salvadora puerilidad.Éste es un punto sobre el que algún día quisiera hablar largamente, porque lo considero de sumo interés. Un profundo instinto hace entrever a nuestras viejas naciones que necesitan, después de una etapa de triste trabajo, dominada por el burgués y el obrero, una etapa de puerilidad y juventud. Pero es el caso que el espíritu- en cuanto cabe distinguirlo de la carne-es siempre más viejo que el cuerpo, y, desde luego, un exceso de espiritualidad avejenta. Bien; y ¿qué inconveniente hay en que sobrevenga una época durante la cual el cuerpo se anteponga al espíritu a fin de equilibrar la exageración de que éste, que en los últimos sIglos han padecido? sazón de convalecencia para Europa. Toda convalecencia mima al cuerpo, y, además tiene no sé qué de admirablemente pueril. 1924. DE "REVISTA DE OCCIDENTE" Madrid. 1957