Capitulo XVIII
EL ZODIACO DEL TEMPLO DE HATHOR,
EN DENDERAH
Algo sobre las constelaciones zodiacales
Antes de hablar del Zodiaco del Templo de Hathor, también lla-
mado de Denderah, conviene mencionar aunque sea muy brevemente
todo lo relativo a las constelaciones zodiacales, que ciertamente no
existen en la forma física con que se las representa fuera de los
medios científicos.
Observando las estrellas a simple vista, sin conocimientos pre-
vios al respecto, vemos que aparecen sin perspectiva en la bóveda
celeste: no se pueden apreciar sus dimensiones reales ni mucho menos
las distancias laterales ni las de profundidad, tan grandes en todos los
casos que ni siquiera las podemos imaginar aunque se nos proporcio-
nen datos y cifras.
Algunos autores han apuntado que la observación constante de
la aparente e invariable posición de estos puntos luminosos en el cie-
lo. sin distinguir distancias, sugirió a' los antiguos pueblos nómadas
-los cazadores e incluso los agricultores— formas imaginarias flotan-
tes que vigilaban la vida humana, a la que castigaban o premiaban a
capricho. Después se creyó que de esas tan primitivas como defectuo-
sas observaciones nacieron las fantasías y leyendas que acabaron por
atribuir poderes mágicos y divinos a ciertos supuestos agrupamientos
de estrellas.
Igualmente en alas de la fantasía, se creyó ver en esos aparentes
agrupamientos formas definidas, figuras tanto de animales como de (183)
El Zodíaco de Denderah.
seres humanos y se dice que fue así como la imaginación primitiva
pobló el cielo de formas de dioses y de animales fabulosos. Este fenó-
meno se dio de manera especial en el caso de las constelaciones
zodiacales, o sea las que se encuentran en la franja celeste correspon-
diente a la proyección ideal del plano de la eclíptica terrestre, franja
que se conoce con el nombre de Zodíaco, así llamada porque los
nombres dados a las constelaciones que allí se mueven son en su
mayoría de animales. (184)
En definitiva, las constelaciones zodiacales fueron en su origen
figuras solamente imaginarias que servían para facilitar la identifica-
ción de las estrellas. ¿Intentaban con ello solucionar una necesidad de
orientación en la navegación marítima? ¿Acaso también en la aérea?
Esas observaciones fueron realizadas hace unos 14,000 años aproxi-
madamente lo que demuestra que está equivocada la tan generalizada
suposición que atribuye a los caldeos o a los sumerios, la invención
de la astrología.
El Zodiaco de Denderah
E! Zodiaco de Denderah es una enorme piedra que actualmente
se encuentra a la vista en e! museo del Louvre en París (Francia), a la
entrada de la sala egipcia, y que sirvió de techo al templo de Hathor.
Al observarlo detenidamente se advierte que fue tallado por
manos expertas y dirigido el trabajo por mentes muy avanzadas en
astronomía, a juzgar por los detalles que presenta la piedra, que tiene
cincelados en relieve los signos astronómicos en forma de espiral.
Según los cálculos matemáticos y astronómicos realizados por los
expertos, este zodíaco indica que la constelación de Leo aparece en el
equinoccio vernal hacia el año 12,907 antes del reciente año 1953 de
la era actual.
Hacia el año 484 a. C-, los sacerdotes egipcios informaron a
Heródoto, el llamado padre de !a historia, que los textos egipcios más
antiguos fueron escritos 12,000 arios antes, o sea hace ahora 14,000
años. Y sucede que el zodiaco mencionado coincide curiosa y admi-
rablemente en lo astronómico con la información dada a Heródoto
por los sacerdotes egipcios.
Los cálculos han resultado bastante exactos debido a que la pie-
dra contiene además del zodiaco, otras constelaciones y estrellas no
zodiacales que han sido magníficos puntos de referencia astronómica.
Así pues, aunque a esa piedra se la siga llamando Zodiaco, en reali-
dad es un plano astronómico correspondiente al hemisferio Norte, lo
cual complica mucho las ideas, pues no hay manera de entender có-
mo pudo realizarse esa labor tan compleja hace 14,000 años aproxi-
mádamente. (185)
Ahora bien, nosotros entendemos que un trabajo tan pulcro y
Preciso como el efectuado en dicha piedra no pudo haber sido hecho
Hace 14,000 años o más sino por gentes de una cultura muy elevada,
Pues según lo que hasta hoy se sabe, en ninguna parte del mundo
Existían ni las herramientas ni la tecnología indispensable entonces
Para poder simbolizar con dibujos de animales y de seres humanos
La situación en que se encontraban en el cielo los agrupamientos de
Estrellas.
Hay autores que afirman que dicha piedra no es de Egipto y que
Seguramente fue llevada desde muy lejos. ¿Desde dónde fue arranca-
Da y de qué medios se valieron para transportarla hasta Hathor, en
Egipto?
Como se podrá comprobar, el Zodiaco de Denderah, la Gran
Esfinge y la Gran Pirámide, correspondientes las tres a la época más
Antigua de Egipto, forman un complejo y admirable sistema
Astronómico-geométrico-simbólico, al que hasta hoy se había presta-
Do ninguna atención. Y, sin embargo, la Gran Pirámide, tan majes-
Tuosa en su construcción como profunda en la ciencia astronómica
Coincide con los conocimientos igualmente astronómicos que apare-
Cen en la enorme piedra de Denderah.
¿Qué pueblo concibió y realizó el Zodiaco de Denderah?
Quizá resulte importante saber que la observación de las cons-
Telaciones zodiacales solamente pudo efectuarse de manera natural
Y fácil desde el hemisferio Norte, particularmente hacia el paralelo
45 norte, que precisamente en esa época estaba cubierto de panta-
Nos y estepas. Por consiguiente, si alguna vez existió una cultura
Semejante a la actual debió desarrollarse hacia el sur del paralelo 45
Norte, y cuanto más hacia el Ecuador la situemos, más difícil resultaría
La observación zodiacal.
Tal sería el caso de Sumeria, que para poder efectuar un estudio
Tan particular y detallado se encontraba muy hacia el Ecuador. No se
Han encontrado huellas de elevada cultura en época tan temprana en
Región alguna sobre la línea del Ecuador, ni hacia el hemisferio Sur. A
Este respecto obsérvese que el cultivo de la tierra comenzó, según la (186)
Opinión más generalizada, hace 12,000-15,000 años, o sea durante la
Era de Leo, en la que el nivel científico era francamente bajo.
Entre los paralelos 43 y 44 norte, encontramos la provincia de
Santander (España), donde hay varias cuevas con claros vestigios
De culturas correspondientes a unos 12,000 años atrás. Particularmen-
Te la cueva de Altamira es muy importante por las figuras de animales
Y seres humanos magistralmente trazados sobre la roca.
¿Qué fue del pueblo que trazó dibujos tan interesantes? ¡Nada
Se sabe al respecto! Si se sucedieron las generaciones en la región fue
Sin dejar ninguna otra huella de su existencia. Cabe pensar que se tra-
Tara de muy reducidos grupos que estuvieron solamente de paso,
Mientras emigraban hacia tierras menos frías. En todo caso, esa cul-
Tura no pudo haber ideado ni mucho menos tallado el Zodiaco de
Denderah. Entonces la humanidad vivía en el período paleolítico
Secundario y por lo tanto aún no se conocían los metales. En esas
Condiciones era prácticamente imposible realizar un trabajo de tan
Alta tecnología.
En conclusión, podría decirse o que existió una cultura muy
Superior de la que lamentablemente nada se sabe o que desde el espa-
Cio exterior vinieron seres inteligentes que esculpieron esa piedra para
Dejar clara huella de su visita.
En fin, por el camino de lo hipotético se puede llegar muy lejos y
Hasta quizá perderse, sin embargo, puesto que el zodiaco existe, lo
Entendamos o no, algo querrá decir a nuestra conciencia. Conviene
Entonces ver el asunto con sentido crítico y mente abierta.
Sistemas calendáricos americanos
Al hablar de las edades registradas en el Zodiaco de Denderah,
Conviene recordar que en América fueron los mayas los primeros en
Desarrollar un sistema calendárico capaz de prever con mucha antela-
Ción y acercamiento a la realidad visual los acontecimientos natura-
Les, o si se prefiere, de conocer por anticipado el futuro. En cierto
Modo, eso debió dar a los sacerdotes astrónomos una aureola profé-
Tica a la vez que fomentaba una mentalidad y una tendencia fatalista.
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en el pueblo. En efecto, al no poder evitar los acontecimientos todo
quedaba sometido a la voluntad de los dioses considerados como
causantes directos de todos los fenómenos de tipo cíclico, tanto favo-
rables —las buenas cosechas por ejemplo— como desfavorables —las
sequías u otro cualquier desastre—
La afición a querer conocer por anticipado lo que ocurriría en e]
futuro seguramente partió del recuerdo vivo, consignado en las tradi-
ciones, de algo catastrófico y muy doloroso acaecido en el pasado
lejano. Esto puede apreciarse con facilidad tanto en el Popo! Vuh,
como en el Chílam Balam de los mayas o en el Zodiaco de Denderah
de los egipcios.
En todos pareciera existir un casi idéntico sentimiento de trage-
dia.
Sin duda todo partió de una misma y muy amarga experiencia
en el pasado, que impulsaba a los mayas a querer conocer el porvenir,
ya que de esa manera estarían mejor preparados comenzando por
halagar con ofrendas a los dioses ancestrales.
En función de esta manera de pensar tuvieron pasión por fechar
todos los acontecimientos que revistieran alguna importancia para
ellos. En primer lugar, los fenómenos naturales que de alguna manera
hubieran afectado su vida, pues creían que todo acontecimiento suce-
dido fatalmente volvería a repetirse, como el día y la noche, las esta-
ciones del año, la aparición del sol, de la luna, de las estrellas, de los
eclipses y —muy importante— el periodo cíclico undecimal de activi-
dad solar (que es una pulsación rítmica de la energía solar que afecta
a la forma de la «corona solar", más conocido actualmente como
"mareas solares»), cuyos efectos sobre la mente del hombre —según
los mayas- eran más notables cada 22-23 años, hasta el punto de
que ellos temían a ese ciclo, al que llamaron nefasto.
¿Cómo adquirieron tales conocimientos? ¡Es todavía un miste-
Rio! Algo más se podrá saber si se comprueba que desarrollaron su
cultura en otro sitio, muchos siglos antes de su ¡legada a Centroamérica,
Y bien, pensando ahora como los mayas y otros pueblos de su
misma época, se podría generalizar diciendo que si en el universo todo
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Se mueve a ritmo cíclico, ¿por qué los cataclismos no habrían de obe-
Decer a esa misma ley? ¿por qué los desastres de origen cósmico, su-
Cedidos en la tierra, no habrían de repetirse?
El problema quizá no reside tanto en confirmar que ciertos cata-
Clismos y desastres han sido periódicos, cuanto en identificar las cau-
Sas que los han producido para luego intentar determinar aproxima-
Damente las fechas de una probable repetición en el cercano futuro.
En este aspecto se puede afirmar que la Gran Pirámide y la
Gran Esfinge, combinados sus símbolos, resultan un buen auxiliar
Para despejar incógnitas. (189)