El rollo de Lamec
Existe un documento conocido como Texto de Qumram, en el
rollo de Lamec, que fue un personaje bíblico.
Según el relato, sucedió que Lamec estuvo ausente de su hogar
durante largo tiempo, seguramente más de un año. Al regresar a él, se
encontró con que su esposa había dado a luz un hijo que no se pare-
cía a nadie de la familia: era completamente distinto y, a lo que pare-
ce, muy hermoso.
Como es natural, Lamec, no obstante sel polígamo, exigió expli-
caciones a la esposa, quien aseguró que no era hijo de ningún extran-
jero, aunque dejando en duda si era o no hijo de alguno de los hijos
del cielo, quienes por esos días parece que convivían normalmente
con el pueblo.
Lamec, inconforme, se aconsejó con su padre Matusalén, quien,
incapaz de decidir, pidió opinión a Enoc. El cual, al igual que Lamec,
supuso que se trataba de un hijo de alguno de los hijos del cielo, y así
se dio por terminado el asunto, puesto que eso resultaba muy honro-
so. Pusieron al niño por nombre Noé. Con el tiempo, Noé se convirtió
virtualmente en padre del pueblo hebreo a consecuencia del diluvio.
A juzgar por este relato —que si no está precisamente en la
Biblia, corresponde a episodios bíblicos—, resulta que los^hebreos, por
lo menos a media sangre, son descendientes de extraterrestres. Pero si
eso fue posible, naturalmente se debió a que genéticamente había
compatibilidad, es decir, que la otra media sangre a su vez tuvo su
origen en extraterrestres. Ahora bien, si los hebreos fisiológicamente
nunca han sido distintos del resto de la humanidad, es porque la
humanidad es toda extraterrestre con domicilio provisional en la Tie-
rra.
Aquel caso de Noé, como descendiente de quienes llegaron del (350)
cielo, vendría a justificar que los hebreos se hicieran llamar pueblo
escogido de Dios, y también justificaría los diversos fenómenos de
apariencia paranormal de que habla la Biblia, que, aunque siempre
fueron atribuidos a Yavé, ahora se van entendiendo y explicando
mejor.
En Sumeria
Otros muchos pueblos antiguos tuvieron la misma idea de haber
sido escogidos por Dios para la realización de algo importante. Justi-
ficadamente podemos pensar que, si no en todos los casos, por lo
menos en algunos de ellos —en los Sumerios, por ejemplo—, ocurrió el
mismo fenómeno, en el sentido de que viajeros del cielo tuvieron hijos
con terrícolas.
En Corea – Asia
En época antigua, los pueblos, no pudiendo explicarse a si mis-
mos la realidad de su origen, le daban forma de leyendas que siempre
los conectaban con la máxima divinidad, atribuyéndose de esa mane-
ra un origen divino y un destino mesiánico.
En Corea, el ser divino que dio vida a ese pueblo, fue Tan-Gun,
quien, según la leyenda, descendió del firmamento hace unos 4,500
años. Algunos autores señalan 5,000.
Este dato coincide en la fecha con la epopeya sumeria; con la
llegada a Egipto de Menes, el primer faraón; con la presencia de
Krishna en la India, y tal vez con la llegada de algunos de los pueblos a
Amencia, como los olmecas o los mayas. Como quiera que sea, ese
Tan-Gun da la sensación de haber sido en verdad un viajero del espa-
cio.
En la Biblia
Ezequiel, el personaje biblico, presenció la llegada de viajeros del
espacio exterior. Véase la descripción que no deja lugar a duda de
que todo fue en sentido material y nada en sentido espiritual. (351)
Ezequiel 1, 4-21:
«Y miré, y he aquí que un viento tempestuoso venía del aquilón
[norte] una gran nube, con fuego envolvente y en derredor suyo un
resplandor, y en medio del fuego una cosa que parecía como de
ámbar. Y en medio de ella, figura de cuatro animales. Y éste era su
parecer; había en ellos semejanza de hombres. Y cada uno tenía cua-
tro rostros y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos y la planta
de sus pies como la planta del pie de becerro; y centelleaban a mane-
ra de bronce muy bruñido- Y bajo sus alas, a sus cuatro lados, tenían
manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados. Con
las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban;
cada uno caminaba en derecho de su rostro. Y la figura de sus rostros
era rostro de hombre; y rostro de león a la parte derecha en los cua-
tro; y a la izquierda rostro de buey en los cuatro, asimismo había en
los cuatro rostro de águila. Tales eran sus rostros y tenían sus alas
extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las
otras dos cubrían sus cuerpos. Y cada uno caminaba en derecho de
su rostro: hacia donde el espíritu era que anduviesen andaban; cuan-
do andaban, no se volvían. Cuanto a la semejanza de los animales, su
parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de
hachones encendidos: discurría entre los animales; y el fuego resplan-
decía, y del fuego ^salían relámpagos. Y los animales corrían y torna-
ban a semejanza de relámpagos. Y estando yo mirando los animales
he aquí una rueda en la tierra junto a tos animales, a sus cuatro caras.
Y el parecer de las ruedas y su obra semejábase al color del topacio.
Y las cuatro tenían una misma semejanza: su apariencia y su obra
como rueda en medio de rueda- Cuando andaban, se movían sobre
sus cuatro costados: no se volvían cuando andaban. Y sus cercos
eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y
cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto con ellos: y
cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levanta-
ban. Hacia donde el espíritu (vida, inteligencia) era que anduviesen,
andaban; hacia donde era espíritu que anduviesen, las ruedas también
se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en
las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se
paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tie-
rra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los ani-
males estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de cada animal apa-
recía expansión [burbuja] a manera de cristal maravilloso, extendido (352)
encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión estaban las alas
de ellos derechas la una a la otra; a cada uno dos, y otras dos con que
se cubrían sus cuerpos. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban,
como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como
ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se para-
ban, aflojaban sus alas. Y cuando se paraban y aflojaban sus alas,
oíase voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.
El relato de la Biblia sigue. Pero creemos que con los versículos
transcritos será suficiente para que el lector se convenza de que lo que
Ezequiel vio fueron seres humanos viajeros del espacio, procedentes
de otros planetas. Como es natural, estaban vestidos apropiadamente
para la atmósfera terrestre, naturalmente distinta de la de su mundo
de origen; pero además, iban equipados con máquinas individuales
que les permitían moverse a voluntad y hacerse oír fuera de sus esca-
fandras.
Modernas investigaciones
El investigador soviético Alexander Kazatsev asegura haber
encontrado huellas suficientes para poder afirmar que, en tiempos ya
muy lejanos, vinieron a la Tierra seres inteligentes hoy conocidos
como extraterrestres. Según Kazatsev, vinieron a ilustrar a los
terrícolas en labores diversas, particularmente las del campo para la
producción de alimentos. Eso explicaría ampliamente el repentino
despertar de los súmenos, que a todos los estudiosos les han dado la
impresión de haber saltado bruscamente de una vida pobre y primiti-
va a una cultura ya demasiado avanzada para su tiempo, como en
este Irbro se repite varias veces.
El mismo investigador Kazatsev afirma que la Tierra, a juzgar
por los resultados de la astronomía moderna, es aún muy joven. Aña-
de que su edad es insuficiente para que en ella se hubiesen desarrolla-
do normalmente las formas de vida animal, vegetal y humana hasta el
punto en que hoy las conocemos. Este desarrollo es muy lento y evolu-
ciona además de manera paulatina, no a saltos, como ha sucedido
con la historia de la vida en todas sus formas sobre la Tierra. (353)
Esto hace pensar a dicho autor que muy probablemente el ser
humano vivió el primer principio de su vida y evolución en otro pla-
neta mucho más viejo que la Tierra, de donde pasó a otro mundo
superior, quizá el que hoy habitamos. Habría dejado la forma animal
en su planeta de origen, y se instaló en la Tierra, ya como un ser pen-
sante, aunque primitivo, y con apariencia apropiada para el medio en
que se encontró.
Esta hipótesis de origen científico tal vez explique el porqué de
no haberse encontrado todavía lo que hace años dio en llamarse el
eslabón perdido, o sea, el paso natural de evolución de lo animal irra-
cional al hombre ya racional aunque primitivo. Y es que tal vez no
existió nunca en la Tierra ese paso o eslabón, según supone Kazatsev.
Concluye nuestro autor diciendo que, según su manera de pen-
sar, el ser humano en realidad está en la Tierra solamente como visi-
tante de paso, y que al llegar a cierto grado de su evolución necesaria-
mente habrá de pasar a otro mundo, a otro planeta, tan físico como el
nuestro, aunque con sus propias características.
Este planteamiento se refiere totalmente al aspecto material, físi-
co y objetivo, es decir, a las formas visibles, aunque no explica cómo
pudieron haber llegado aquellos primeros ejemplares humanos en su
forma humana.
Suponemos que en la mente de este pensador vibra la idea de
que, si e) ser humano está animado por energía individualizada —léa-
se espíritu—, entonces la explicación es sencilla, pues allí donde llegue
esa energía volverá a organizar una y otra vez la forma que ya antes
le permitió manifestarse. Esto nos conduce a la optimista conclusión
de que, si los planetas son perecederos, la energía no lo es. Han desa-
parecido mundos anteriores, pero nosotros seguirnos existiendo.
Algún día morirá este mundo, pero nosotros seguiremos vivos y via-
jando siempre en busca de un más allá... Ojalá sea así.
Las opiniones de Kazatsev coinciden notablemente con viejas
tradiciones y postulados del espiritismo. Coinciden también con la
esencia filosófica de todas las doctrinas orientalistas, como la hinduis-
ta, por ejemplo, cuando se refiere al espíritu y lo considera como
una partícula de su creador (Brahma). Partícula que sale al mundo de (354)
las formas para realizar una tarea hasta conquistar la maestría (Ava-
tar), para entonces, triunfante, regresar a su Creador, a su punto de
origen. Esta filosofía no es de tiempos actuales: por el contrario, es
tan antigua, que quizá tenga más de cinco mil años.
Como fácilmente se puede apreciar, en gran parte los conceptos
modernos se van confundiendo con los antiguos. Podemos pensar
que los conceptos antiguos a este respecto de ninguna manera pudie-
ron haber sido expresión de terrícolas primitivos, sino pensamiento y
expresión superior de maestros extraterrestres, que apenas hoy empe-
zamos a comprender.