miércoles, 15 de junio de 2016

CAPÍTULO TREINTA bis - RODOLFO BENAVIDES


El rollo de Lamec Existe un documento conocido como Texto de Qumram, en el rollo de Lamec, que fue un personaje bíblico. Según el relato, sucedió que Lamec estuvo ausente de su hogar durante largo tiempo, seguramente más de un año. Al regresar a él, se encontró con que su esposa había dado a luz un hijo que no se pare- cía a nadie de la familia: era completamente distinto y, a lo que pare- ce, muy hermoso. Como es natural, Lamec, no obstante sel polígamo, exigió expli- caciones a la esposa, quien aseguró que no era hijo de ningún extran- jero, aunque dejando en duda si era o no hijo de alguno de los hijos del cielo, quienes por esos días parece que convivían normalmente con el pueblo. Lamec, inconforme, se aconsejó con su padre Matusalén, quien, incapaz de decidir, pidió opinión a Enoc. El cual, al igual que Lamec, supuso que se trataba de un hijo de alguno de los hijos del cielo, y así se dio por terminado el asunto, puesto que eso resultaba muy honro- so. Pusieron al niño por nombre Noé. Con el tiempo, Noé se convirtió virtualmente en padre del pueblo hebreo a consecuencia del diluvio. A juzgar por este relato —que si no está precisamente en la Biblia, corresponde a episodios bíblicos—, resulta que los^hebreos, por lo menos a media sangre, son descendientes de extraterrestres. Pero si eso fue posible, naturalmente se debió a que genéticamente había compatibilidad, es decir, que la otra media sangre a su vez tuvo su origen en extraterrestres. Ahora bien, si los hebreos fisiológicamente nunca han sido distintos del resto de la humanidad, es porque la humanidad es toda extraterrestre con domicilio provisional en la Tie- rra. Aquel caso de Noé, como descendiente de quienes llegaron del (350) cielo, vendría a justificar que los hebreos se hicieran llamar pueblo escogido de Dios, y también justificaría los diversos fenómenos de apariencia paranormal de que habla la Biblia, que, aunque siempre fueron atribuidos a Yavé, ahora se van entendiendo y explicando mejor. En Sumeria Otros muchos pueblos antiguos tuvieron la misma idea de haber sido escogidos por Dios para la realización de algo importante. Justi- ficadamente podemos pensar que, si no en todos los casos, por lo menos en algunos de ellos —en los Sumerios, por ejemplo—, ocurrió el mismo fenómeno, en el sentido de que viajeros del cielo tuvieron hijos con terrícolas. En Corea – Asia En época antigua, los pueblos, no pudiendo explicarse a si mis- mos la realidad de su origen, le daban forma de leyendas que siempre los conectaban con la máxima divinidad, atribuyéndose de esa mane- ra un origen divino y un destino mesiánico. En Corea, el ser divino que dio vida a ese pueblo, fue Tan-Gun, quien, según la leyenda, descendió del firmamento hace unos 4,500 años. Algunos autores señalan 5,000. Este dato coincide en la fecha con la epopeya sumeria; con la llegada a Egipto de Menes, el primer faraón; con la presencia de Krishna en la India, y tal vez con la llegada de algunos de los pueblos a Amencia, como los olmecas o los mayas. Como quiera que sea, ese Tan-Gun da la sensación de haber sido en verdad un viajero del espa- cio. En la Biblia Ezequiel, el personaje biblico, presenció la llegada de viajeros del espacio exterior. Véase la descripción que no deja lugar a duda de que todo fue en sentido material y nada en sentido espiritual. (351) Ezequiel 1, 4-21: «Y miré, y he aquí que un viento tempestuoso venía del aquilón [norte] una gran nube, con fuego envolvente y en derredor suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que parecía como de ámbar. Y en medio de ella, figura de cuatro animales. Y éste era su parecer; había en ellos semejanza de hombres. Y cada uno tenía cua- tro rostros y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos y la planta de sus pies como la planta del pie de becerro; y centelleaban a mane- ra de bronce muy bruñido- Y bajo sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban; cada uno caminaba en derecho de su rostro. Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de león a la parte derecha en los cua- tro; y a la izquierda rostro de buey en los cuatro, asimismo había en los cuatro rostro de águila. Tales eran sus rostros y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. Y cada uno caminaba en derecho de su rostro: hacia donde el espíritu era que anduviesen andaban; cuan- do andaban, no se volvían. Cuanto a la semejanza de los animales, su parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones encendidos: discurría entre los animales; y el fuego resplan- decía, y del fuego ^salían relámpagos. Y los animales corrían y torna- ban a semejanza de relámpagos. Y estando yo mirando los animales he aquí una rueda en la tierra junto a tos animales, a sus cuatro caras. Y el parecer de las ruedas y su obra semejábase al color del topacio. Y las cuatro tenían una misma semejanza: su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda- Cuando andaban, se movían sobre sus cuatro costados: no se volvían cuando andaban. Y sus cercos eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto con ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levanta- ban. Hacia donde el espíritu (vida, inteligencia) era que anduviesen, andaban; hacia donde era espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tie- rra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los ani- males estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de cada animal apa- recía expansión [burbuja] a manera de cristal maravilloso, extendido (352) encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansión estaban las alas de ellos derechas la una a la otra; a cada uno dos, y otras dos con que se cubrían sus cuerpos. Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ejército. Cuando se para- ban, aflojaban sus alas. Y cuando se paraban y aflojaban sus alas, oíase voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. El relato de la Biblia sigue. Pero creemos que con los versículos transcritos será suficiente para que el lector se convenza de que lo que Ezequiel vio fueron seres humanos viajeros del espacio, procedentes de otros planetas. Como es natural, estaban vestidos apropiadamente para la atmósfera terrestre, naturalmente distinta de la de su mundo de origen; pero además, iban equipados con máquinas individuales que les permitían moverse a voluntad y hacerse oír fuera de sus esca- fandras. Modernas investigaciones El investigador soviético Alexander Kazatsev asegura haber encontrado huellas suficientes para poder afirmar que, en tiempos ya muy lejanos, vinieron a la Tierra seres inteligentes hoy conocidos como extraterrestres. Según Kazatsev, vinieron a ilustrar a los terrícolas en labores diversas, particularmente las del campo para la producción de alimentos. Eso explicaría ampliamente el repentino despertar de los súmenos, que a todos los estudiosos les han dado la impresión de haber saltado bruscamente de una vida pobre y primiti- va a una cultura ya demasiado avanzada para su tiempo, como en este Irbro se repite varias veces. El mismo investigador Kazatsev afirma que la Tierra, a juzgar por los resultados de la astronomía moderna, es aún muy joven. Aña- de que su edad es insuficiente para que en ella se hubiesen desarrolla- do normalmente las formas de vida animal, vegetal y humana hasta el punto en que hoy las conocemos. Este desarrollo es muy lento y evolu- ciona además de manera paulatina, no a saltos, como ha sucedido con la historia de la vida en todas sus formas sobre la Tierra. (353) Esto hace pensar a dicho autor que muy probablemente el ser humano vivió el primer principio de su vida y evolución en otro pla- neta mucho más viejo que la Tierra, de donde pasó a otro mundo superior, quizá el que hoy habitamos. Habría dejado la forma animal en su planeta de origen, y se instaló en la Tierra, ya como un ser pen- sante, aunque primitivo, y con apariencia apropiada para el medio en que se encontró. Esta hipótesis de origen científico tal vez explique el porqué de no haberse encontrado todavía lo que hace años dio en llamarse el eslabón perdido, o sea, el paso natural de evolución de lo animal irra- cional al hombre ya racional aunque primitivo. Y es que tal vez no existió nunca en la Tierra ese paso o eslabón, según supone Kazatsev. Concluye nuestro autor diciendo que, según su manera de pen- sar, el ser humano en realidad está en la Tierra solamente como visi- tante de paso, y que al llegar a cierto grado de su evolución necesaria- mente habrá de pasar a otro mundo, a otro planeta, tan físico como el nuestro, aunque con sus propias características. Este planteamiento se refiere totalmente al aspecto material, físi- co y objetivo, es decir, a las formas visibles, aunque no explica cómo pudieron haber llegado aquellos primeros ejemplares humanos en su forma humana. Suponemos que en la mente de este pensador vibra la idea de que, si e) ser humano está animado por energía individualizada —léa- se espíritu—, entonces la explicación es sencilla, pues allí donde llegue esa energía volverá a organizar una y otra vez la forma que ya antes le permitió manifestarse. Esto nos conduce a la optimista conclusión de que, si los planetas son perecederos, la energía no lo es. Han desa- parecido mundos anteriores, pero nosotros seguirnos existiendo. Algún día morirá este mundo, pero nosotros seguiremos vivos y via- jando siempre en busca de un más allá... Ojalá sea así. Las opiniones de Kazatsev coinciden notablemente con viejas tradiciones y postulados del espiritismo. Coinciden también con la esencia filosófica de todas las doctrinas orientalistas, como la hinduis- ta, por ejemplo, cuando se refiere al espíritu y lo considera como una partícula de su creador (Brahma). Partícula que sale al mundo de (354) las formas para realizar una tarea hasta conquistar la maestría (Ava- tar), para entonces, triunfante, regresar a su Creador, a su punto de origen. Esta filosofía no es de tiempos actuales: por el contrario, es tan antigua, que quizá tenga más de cinco mil años. Como fácilmente se puede apreciar, en gran parte los conceptos modernos se van confundiendo con los antiguos. Podemos pensar que los conceptos antiguos a este respecto de ninguna manera pudie- ron haber sido expresión de terrícolas primitivos, sino pensamiento y expresión superior de maestros extraterrestres, que apenas hoy empe- zamos a comprender.