Capitulo XXX
LOS OVNIS
Es de suponer que los fenómenos de que antes se ha hablado no
sean sólo casualidades, sino que debe de haber algo que está afectan-
do al ser humano y a nuestro planeta Tierra por igual. Con esto no
intentamos juzgar si estará sucediendo algo semejante o peor en los
otros planetas de nuestro sistema solar. De todos modos, un serio
cataclismo y hasta un simple desequilibrio en la Tierra produciría
desequilibrios por lo menos en los planetas vecinos.
Esto vendría a explicar de manera lógica la presencia de los lla-
mados ovnis, pues en tal caso, se trataría de investigadores que quie-
ren saber cómo se están desarrollando los acontecimientos naturales,
no solamente en nuestro mundo, sino en todo el sistema. Pensando de
esta manera, es obvio que nuestros problemas sociales, políticos,
morbosos, etc., carecen de importancia para esos viajeros del espacio.
Un símil puede darnos ideas claras. Cuando en alguna región hay
manifestaciones que sugieren la probable aparición de un volcán —el
caso derKrakatoa en el siglo pasado—, muchos investigadores viajan
desde muy lejos para ir a estudiar el proceso del fenómeno, haciendo
caso omiso de los asuntos propios de los nativos. A su vez, para los
nativos, esos investigadores vienen a ser extraños, intrusos cargados
de cajas y aparatos misteriosos que no entienden y que hasta les pro-
ducen miedo.
Algo semejante debe de estar sucediendo en estos momentos:
puede haber síntomas de una gigantesca catástrofe, pero no los
distinguimos porque nos hemos ido habituando a ellos a la vez que (339)
hemos ido perdiendo el miedo a lo desconocido, asi como la facultad
de asombro- Por eso no entendemos lo que esos seres superinteligen-
tes y con una técnica mucho más avanzada que la nuestra andan
haciendo en nuestro cielo. Por lo que a ellos se refiere, seguramente
que nada les importan nuestros problemas humanos de terrícolas, ni
si los entendemos a ellos o no.
Los seres extraterrestres
El tema de los extraterrestres ha encontrado resistencia en el
medio científico, debido a que se exige definirlo de manera exclusiva-
mente objetiva dentro de las dimensiones que nos son conocidas.
Sucede que estamos minusvalorando a esos seres, juzgándolos con
nuestra mentalidad agresiva y conquistadora. Ni siquiera se nos ha
ocurrido pensar en una especie de intervención espiritual por su par-
te. Pero ahora que la electrónica está avanzando tan aceleradamente,
que va dejando rezagados hasta a los interesados en el asunto, resulta
que ya varios científicos han encontrado que, mediante el uso de apa-
ratos muy especiales, es posible indentificar lo que siempre se ha
concebido como alma o espíritu. Estos términos empiezan a entender-
se como unidades de energía, que sin aislarse ni dejar de pertenecer a
la energía Universal, sin embargo, de alguna manera todavía desco-
nocida, se han individualizado, es decir, se manifiestan de esa manera
en cada ser humano.
El profesor Ferrer de la Universidad de Londres ha recurrido a
procedimientos tan altamente científicos como son las matemáticas, a
fin de intentar entender el desarrollo de la geofísica, de la astronomía
y de la astrofísica. Con estos elementos ha podido formular la teoría
que dice que el plasma, como cuarto estado de la materia, consiste en
una mezcla de iones, electrones y partículas neutras que gravitan en
el campo magnético universal. De esta manera ha llegado a las ecua-
ciones básicas que explican el plasma en la magnetodinámica, teorías
y matemáticas que resultan ser indispensables para el entendimiento
de la astrofísica y de la geofísica. Pues bien, dentro de las disciplinas
esotéricas se ha denominado al alma plasma, y a su proyección en e!
caso de las materializaciones se la ha llamado ectoplasma, palabras (340)
éstas mal aplicadas al fenómeno, según se ha dicho desde un princi-
pio. Ahora, por otros medios y razones, ofrecen notable coincidencia,
como más adelante se podrá comprobar.
En todas estas investigaciones han colaborado científicos de
mucho renombre, miembros importantes de academias y de centros
astrofísicos y astronómicos, a escala mundial. En el transcurso de
dichas investigaciones, se han encontrado pruebas que demuestran la
existencia verdadera de campos magnéticos galácticos, que se mue-
ven en uo ambiente de hidrógeno neutro, el cual al difundirse en plas-
ma cósmico, resulta ser similar a las estructuras que el profesor
Ferrer ha observado por medio del microscopio. Todo esto le ha con-
ducido a establecer plena analogía entre las células biológicas, o sea.
el plasma sanguíneo, y la estructura de las galaxias.
Por inducción, podemos entender que de la misma manera se
puede clasificar al alma y al espíritu. La misma energía universal que
organiza, mueve y anima a las galaxias, organiza, mueve y anima el
cuerpo físico de cada ser humano, muy probablemente usando al
espíritu o alma como conductor.
No cabe duda de que la sabiduría antigua fue muy grande, pues
ya desde Hermes Trismegisto se dijo: como es arriba es abajo.
Partiendo de esta hipótesis, pero que se va convirtiendo en teoría
científica a nivel de laboratorio, se puede generalizar el tema en estos
términos: si nosotros, como seres pensantes, somos en realidad una
forma de energía individualizada, pero sin dejar de formar parte de la
energía universal, obviamente deben existir otras muchas manifesta-
ciones más o menos semejantes en ^1 Universo. No hay que olvidar
que el universo entero es energía, y lo mismo se manifiesta físicamen-
te —en forma de seres humanos terrícolas, por ejemplo— que como
energía individualizada. En este caso permanece notando, ya sobre
cuerpos estelares tipo planeta, ya en el infinito espacio sideral en for-
ma de radiaciones.
Se sabe que la energía es indestructible. Por consiguiente, noso-
tros, en la esencia que nos anima, también somos indestructibles, aun-
que, claro está, no en nuestra apariencia física. Y si la energía lo inva-
de todo, lo mueve todo y lo transforma todo en el Universo, sin límite (341)
de tiempo ni de espacio, nosotros, como energía individualizada,
obviamente nos movemos de la misma manera, o sea, sin límite de
tiempo ni espacio: unas veces aparentando la forma humana, y otras
como energía flotante pero siempre pensante y creadora. Eso explica-
ría cómo es que el pensamiento de antiguos maestros sigue vibrando
en el espacio y es recogido cuando se presentan los medios apropia-
dos.
En el medio religioso de todas las latitudes, se ha repetido
mucho que somos hijos de Dios. Si vemos este asunto objetivamente,
podemos decir: el hijo de león es león; el hijo del águila es águila; el
hijo de jirafa es jirafa; luego entonces, los hijos de Dios son dioses. Si
esto nos parece desmesurado y vanidoso, entonces es que la premisa
es falsa y habrá que buscar otra solución más aceptable.
Asi como el alma y el espíritu se van entendiendo como unida-
des de energía, asi también a Dios se le va entendiendo y aceptando
como el total de la energía universal, que todo lo mueve, transforma "
y vivifica. En este caso, es válida la premisa cuando dice que el espíri-
tu es una partícula de esa energía universal.
Ya en este plano, se puede aceptar que cada ser pensante está
movido por una porción de dicha energía individualizada, que lo mis-
mo existe ocupando un cuerpo físico, que sin ocuparlo. Por ello se ha
afirmado siempre que la muerte no existe.
A partir de estas especulaciones, se podría explicar la presencia
en nuestro mundo de inteligencias superiores. Unas veces las llama-
mos extraíerrestres; otras veces se manifiestan física y objetivamente,
o de otras maneras diversas, como por ejemplo, a través de la telepa-
tía. Pero el receptor no tiene en rruichos casos ni la menor sospecha
de dónde le llegan las ideas que suelen ser calificadas como de origen
divino.
Sí tomamos esto como premisa, entenderemos también ciertos
fenómenos que por lo general son rechazados y negados como proce-
dentes de esferas superiores: por ejemplo, la presencia de mentes
privilegiadas que han servido para impulsar el progreso del ser huma-
no, o por lo menos para recordar a quienes lo quieran escuchar las
viejas enseñanzas que de ninguna manera pudieron haber sido pro- (342)
ducto de mentes primitivas. Y es que esas inteligencias superiores, o
energía individualizada, lo mismo pueden encarnarse en cuerpos de
éste como de cualquier otro planeta, sin importar la apariencia. Pue-
den manifestarse simplemente como energía pensante y, de hecho,
parecen haberse venido sirviendo de las llamadas hermandades o
escuelas secretas que, a juzgar por lo poco que de ellas se sabe, han
sido las encargadas de conservar tos conocimientos a base de un con-
tacto constante con seres superiores, no siempre encamados, que lo
mismo pueden ser espíritus residentes en nuestro planeta, que visitan-
tes de otras esferas.
Existen en nuestros días varias sociedades y escuelas más o
menos secretas, cuyos nombres, por conocidos, no es necesario men-
cionar, y que hacen arrancar sus tradiciones desde época muy anti-
gua. Es natural que estas sociedades de más o menos fácil acceso
puedan ser en el presente las más idóneas para esparcir los antiguos y
grandes secretos. Porque las escuelas secretas genuinas no existen de
manera física, sino de forma intangible, y en ese caso se habla por
ejemplo de centros de luz o archivos akásícos o libro akásico de la
ley., etc., nada de lo cual está en la Tierra de manera física.
A pesar de lo dicho, desde muy antiguo ha vibrado en los cen-
tros ocultistas el nombre de una escuela hermética, que muchos con-
sideran como un mito, pues sin dar la cara, ni abrir sus puertas a
indiscretos, ni hacer alarde ni ostentación, siempre ha dado a conocer
su presencia y misión, que ha sido y sigue siendo la de preparar la
forma para todo el mundo, para lo cual han venido «avalares» y
maestros.
" Se decía que los miembros de esta sociedad secreta y silenciosa
se reunían para tomar sus acuerdos en una fortaleza suspendida en el
aire, de donde salían los ordenamientos para todo nuestro sistema
planetario. Ahora que ya entendemos algo relativo a los platillos
voladores, lo que se consideraba un mito parece tener todas las
probabilidades de realidad, no solamente en otro tiempo, sino aún en
la actualidad.
Obsérvese que se hablaba de esto ya hace muchos siglos, antes
de que se supiera nada de nuestro sistema planetario. Por ello, en esa (343)
época no era posible entender la idea y por eso se le colgó la etiqueta
de mito.
Respecto a dicha sociedad secreta, se pueden expresar las más
contradictorias opiniones. De todos modos, ¿no coincide acaso con el
fenómeno ovni según lo entendemos?
Si unidades de energía no precisamente terrícola se encarnan en
nuestro planeta, ¿no vienen a ser extraterrestres para nuestra manera
de razonar? Y si eso sucede, se supone que llegan ya preparados para
recibir de sus semejantes toda clase de mensajes y fenómenos, ideas,
instrucciones, etc., por medio de varios procedimientos como la in-
tuición, la inducción, la inspiración, la telepatía, los sueños... Y para
ellos, ¿qué de extraordinario puede tener el encontrarse con viejos
paisanos? Ciertamente, en nuestro medio, se admirarán y hasta se
asustarán quienes no entiendan estos mecanismos sobre todo porque
la ciencia sigue negándolos antes de investigarlos. Sin embargo, esta
norma y conducta de la energía universal al individualizarse es lo que
ha permitido, entre otras cosas, la conservación de las antiguas ense-
ñanzas. O, dicho de otro modo, la energía individualizada es lo que
hasta hoy se ha venido llamando alma y espíritu. Conserva la memo-
ria y el conocimiento de toda su historia, tanto por lo que se refiere al
medio físico y objetivo, como al mundo o plano espiritual, que es
meramente energía vibrante a nivel universa!. Y cuando las circuns
tancias lo exigen y permiten, una o más de esas inteligencias superio-
res, debido a su propia evolución, entran nuevamente en un cuerpo
físico para recordar lo que ya antes habían enseñado. Es este fenóme-
no al que desde hace ya muchísimos siglos se le ha llamado simple-
mente reencarnación del espíritu. Por fortuna, y ya era hora, la
moderna ciencia empieza a afirmar que la reencarnación existe real-
mente, pues se han empezado a hacer estadísticas de importantes
comprobaciones, sin que nada de ello afecte a lo religioso en ningún
sentido, ni a las concepciones tradicionales ocultistas ni filosóficas.
Como es natura!, eso si, va abriéndose paso bruscamente en la selva
enmarañada de ideas envejecidas que rápidamente van perdiendo
validez porque ya no resisten et análisis.
Pues bien, esto, que en otro tiempo habría provocado por lo (344)
menos ironías, si no ataques y agresiones, en la época presente es ya
serio motivo de meditación, no de tipo filosófica, sino científica, en
laboratorio y con computadoras al alcance de la mano. En conse-
cuencia, hoy pueden seguir riendo e ironizando sobre estas cuestiones
solamente quienes no se han enterado de los más recientes avances a
este respecto, especialmente en lo que se refiere a la física y a la
electrónica, en donde ya van apareciendo los espíritus como algo
absolutamente normal en el Universo. A este respecto, conviene
recordar a Víctor Hugo: «la risa es muy cómoda y a veces saludable,
pero nada nuevo aporta a la ciencia».
Veamos ahora algunas de las huellas que dichas partículas
individualizadas han dejado de forma objetiva en nuestro mundo y
que son una prueba de su real existencia como entidades inteligentes.
Citaremos algunos casos insólitos que, no obstante su vaguedad,
han impulsado la investigación: el de las cintas magnetofónicas que
inexplicablemente han aparecido con grabaciones, unas veces con
simples ruidos de tipo telegráfico, en otras con trozos de música des-
conocida, en otras con voces y hasta saludos completos en lenguaje
desconocido. Esto les ha sucedido a pilotos aviadores en pleno vuelo,
se ha registrado en estaciones de radio y televisión y hasta en pe-
queños magnetófonos de uso común.
Hay casos en los que se han reunido personas en círculo a la
manera espiritista o espiritualista y habiendo puesto a funcionar un
magnetófono que registrara todo lo que en la reunión se dijera, al
revisar lo grabado no oyeron más que sonidos insólitos, voces y hasta
palabras completas de origen desconpcido. En estos casos, la inme-
diata e»plicación ha sido la intervención de los espíritus, que por ese
medio han querido hacerse presentes.
Por su parte, el autor ha hecho experimentos en ese mismo sen-
tido, usando para el caso un círculo de personas muy afínes entre si y
naturalmente un médium. Se ha puesto en el centro del circulo un cas-
sette común y corriente con cinta magnetofónica virgen y preparado
para grabar, pero sin usar el micrófono y con el volumen a cero, de
suerte que la cinta no pudiera recibir señales en forma normal.
Los resultados de estos experimentos no deben esperarse al pri- (345)
nier intento. En una de las reuniones se habían puesto dos grabadoras
en el centro de la sala igualmente preparadas y al Final, el resultado
fue que una de las dos se descompuso: el técnico que posteriormente
la revisó no pudo encontrar la razón de la avería y la máquina volvió
a funcionar normalmente. En la otra grabadora apareció un ruido
suave y persistente como el ronroneo de un gato y a continuación
algo asi como palabras que hubieran sido grabadas a mucha mayor
velocidad.
Es preciso repetir que, aunque la investigación está todavía
en sus comienzos, ya permite suponer que lo que siempre se ha enten
dido como espiritu, es en realidad una partícula de energía pensante e
individualizada, que a veces se manifiesta animando un cuerpo físico
con forma humana, y otras flotando en el espacio en el plano o nivel
de su propia naturaleza.
Algunos médicos que trabajan la acupuntura médica suponen
que los llamados meridianos eléctricos en el ser humano son en reali-
dad una manifestación plena de la energía individualizada de la que
venimos hablando.
Este conjunto de hipótesis y de ideas, algunas de las cuales pare-
cen descabelladas y otras bastante bien fundadas aunque de manera
dispersa, asi como fenómenos diversos todavía no debidamente
controlados, ya van formando estadística. Probablemente en un futu-
ro muy cercano llegarán a explicar muchos puntos hoy todavía miste-
riosos, y quizá hasta la razón de las diferencias entre los grupos étni-
cos primitivos de la Tierra. Porque la energía individualizada puede
transmigrar de unos a otros mundos, como dice la Biblia: «la casa de
mi padre tiene muchas moradas». Entonces se entendería mejor el ori-
gen y formas de las razas, y vendría a resultar que las formas físicas
pensantes son semejantes en todo el Universo y que todos somos de
origen extraterrestre. El actual cuerpo físico es solamente un vestido
provisional. En un lejanísimo pasado llegamos a este mundo proce-
dentes de otro, y en el futuro seguramente dejaremos este planeta
para irnos a vivir a otro que sea más de nuestro agrado. Y, claro está,
en ese mundo seremos igualmente extraterrestres.
Mirando asi estos problemas, que parecen irse ya afirmando, (346)
¿dónde queda el misterio de la presencia de los que hoy llamamos
Extraterrestres?
Lo único que debería admirarnos es el gigantesco avance técnico
que les permite viajar interestelarmente a velocidades de la 4.a dimen-
sión, y ya no como unidades de energía invisible, sino físicamente al
alcance de nuestros cinco sentidos y de nuestro grado de inteligencia.
El hombre actual ya ha pensado en todo ello y, como ya se ha dicho
repetidamente, sólo es asunto de tiempo e! alcanzar esas metas.
Atravesando la inmensidad del espacio sideral nos llegan luz y
radiaciones ya perfectamente detectadas. Se sospecha que algunas de
esas radiaciones son producidas artificialmente por seres inteligentes
con los que se aspira a entrar en contacto en un futuro no muy lejano.
Y todo esto a nadie le asombra ya, nadie se alarma por ello ni hay
quien lo ponga en duda. Por desgracia, las cosas cambian cuando se
habla de unidades de energía pensante e inteligente que se proyectan
de la misma manera, pues entonces empiezan las dudas, cuando no
las burlas. Es de suponer que lo que realmente sucede en estos casos
es que, de manera mecánica, automática en nuestro cerebro, se
mezcla y confunde el asunto lógico y científico con creencias religio-
sas, especialmente con antiguas concepciones religiosas: en efecto, si
en vez de hablar de unidades de energía pensante mencionamos las
palabras alma o espíritu, la cosa cae por necesidad en el campo reli-
gioso.
Este parece ser el mayor obstáculo que se ha interpuesto en la
comprensión del fenómeno ovni. Lo más curioso es que somos noso-
tros precisamente los que no sabemos de dónde venimos ni hacia
dónde vamos. Así, pues, se hace necesaria y tal vez urgente una
fórmula científica, matemática, que defina y sustituya las palabras
alma y espíritu por el concepto de manifestaciones de energía univer-
sal.
Algo para pensar en Egipto
En el Libro de los muertos, de antiquísimo origen egipcio, hay
algunas claras referencias a la presencia de seres extraterrestres. Por
ejemplo, cuando Nú aparece ante Isis y le dice: (347)
«¡Oh! Ra, déjame subir a tu embarcación que forzó todos los cami-
nos del cielo y de la tierra. Honor a ti, ¡oh Tú, que vuelas por el cie-
lo!»
La contestación a Nú fue la siguiente:
«Yo soy el que conoce las rutas del cielo y que ha cruzado las remo-
tas e ilimitadas comarcas celestes. Navego por el firmamento que
separa la tierra del cielo.»
Obsérvese en primer lugar, que el texto no menciona, ni siquiera
sugiere, divinidad alguna. Por el contrario, se trata de un diálogo muy
natural entre dos seres humanos, por lo menos, ambos con la misma
apariencia humana. Por otra parte, ese personaje Ra lo encontramos
en la misma época en la India, originalmente como Ram y luego
como R ama hasta hoy. Esto hace suponer que en la realidad se trató
de una misma persona, de un mismo viajero, quien disponiendo sola-
mente de un veloz vehículo volante, pudo haber cubierto las enormes
distancias que hay de la India a Egipto en una misma época, dejando
en ambos sitios importantes enseñanzas. Y hasta podría darse el caso
de que en el futuro se encuentren sus huellas en otros países, no nece-
sariamente de Oriente.
En Egipto
En los textos que hablan de las pirámides egipcias, se lee lo
siguiente:
«0h, cómo vuela! Vuela alejándose de vosotros, gentes de la Tierra.
Su dios patroninüco y su Ka [abría] le acompañan» Besa el firma-
mento como un halcón, salta hacia el cielo como una langosta.»
En la India
En los antiguos escritos sagrados de la India abundan los relatos
referentes a seres desconocidos procedentes del cielo, pero con forma
y acciones humanas. De estas referencias se anotará aquí solamente
una, la que se hace en el poema el Ramayana, y que tiene una anti- (348)
güedad de unos dos mil años, o sea, época más o menos contemporá-
nea a Cristo.
El Ramayana describe cómo Rama estaba armado de flechas
mágicas que cruzaban veloces el aire, iluminando con brillo semejante al de las grandes estrellas fugaces.
Dice también que Rama y su hermano Lakshmana encontraron
a uno de ios hijos Lakshmi, a quien la diosa Indra había cautivado
con una maldición dentro de una bestia fabulosa, pero que a la pre-
sencia de los dos hermanos recobró su personalidad.
Sigue diciendo el Ramayana que en aquella época ocurrieron
feroces combates. Se usaban armas encantadas que disparaban dar-
dos veloces y luminosos como el relámpago, tan ardientes que lo que-
maban todo y tan abundantes como si el sol, la luna y las estrellas
cayeran sobre la Tierra en forma de llamarada creando un fantástico
escenario.
Sita —uno de los personajes del poema—, que parece haber esta-
do prisionero, fue libertado por los suyos e inmediatamente subi.ó a su
carro celeste, veloz como el pensamiento. Entonces Rama a su vez
subió a su carro y ascendió al cíelo seguido de otros carros.
Es obvio que esta descripción se refiere a algo que realmente
sucedió: una guerra con «extraterrestres». Quizá bajó a la Tierra un
OVNI y los terrícolas atacaron a los tripulantes y apresaron por lo
menos a uno de ellos. Entonces llegaron otras naves y entablaron
combate con los terrícolas hasta libertar a tos detenidos. Una vez
logrado esto, volvieron a sus naves y veloces remontaron el cielo.
El caso Agharta
Por su parte, Harold Wilkins, otro investigador famoso, asegura
que el misterio de Agharta. también en la India, parece haber queda-
do explicado con la leyenda que dice que en Gobi —una pequeña isla
de Asia Central— bajaron de la Estrella blanca —tal vez Venus-
unos seres luminosos que ayudaron a los nativos en el trabajo del cul-
tivo de la tierra.
El escenario presentado por Wiikins viene a ser el mismo que ya (349)
había presentado el Ramayana, pero en región y en época distintas.
Probablemente hubo un largo período en el que abundaron las visitas,
que suponemos estuvieron sujetas a un programa de trabajo, natural-
mente ideado fuera de nuestro mundo.