miércoles, 15 de junio de 2016

CAPÍTULO VEINTINUEVE RODOLFO BENAVIDES


Capitulo XXIX ASTROLOGIA Y ASTRONOMÍA DE LOS MAYAS En las culturas, a pesar de encontrarse muy dispersas, suele haber convergencias de origen muy importante y a la vez muy di- fíciles de rastrear y de entender completamente- Como ejemplo se puede citar el caso de los niños concebidos durante el verano. La ciencia moderna asegura que en verano se reduce la asimila- ción de proteínas en el organismo de la madre, lo que a la postre redunda en deficiencias orgánicas en el hijo- De hecho, existe cierta conexión entre la época del año en que se produce la concepción y el nacimiento, y los probables desórdenes mentales posteriores del recién nacido. En conclusión: según la ciencia, hay mayores probabilidades de que ocurran deficiencias mentales en personas nacidas durante el invierno que en otras estaciones del año. Esto no es astrologia, es investigación médica moderna. Si lo hemos presentado aquí, es porque los mayas sabían mucho de este asunto. Ellos usaban su propio sistema astrológico para saber cuándo comegzaba la influencia de los astros sobre la mujer embarazada, y no como hace la moderna astrologia, que empieza sus cálculos en el momento del nacimiento. Para los mayas, la época del año y la posición de los planetas eran factores importantes en el destino del ser humano. Había en ese estudio astrológico —tal vez convenga llamarlo «astro-biológico»— cinco días de mala suerte, que el sacerdote debía calcular a fin de que el afectado no empezara ninguna actividad delicada e importante en (335) ninguno de esos días. En cambio, debía empezar toda empresa impor- tante en días que para el sujeto fueran especialmente favorables. ¿No plantea el bio-rítmo el asunto de manera semejante, reduciendo los tiempos a horas? ¿Qué grado de efectividad tuvo toda esa compleja astrología? No lo sabemos. Pero para nuestro objetivo, lo único que importa es saber que ningún pueblo ni raza salta tan bruscamente desde lo primi- tivo hasta tan alto nivel de estudio y conocimiento en tan pocos siglos como los que transcurrieron desde que los mayas llegaron a Centroa- mérica hasta los días de la conquista española. Para tratar de demos- trarlo, veamos lo siguiente. Según el Popol Vuh, el auge del desarrollo de la astronomía en los mayas empezó a principios de la cuarta edad de los mayas, que curiosamente coincide nuevamente con la Edad de Tauro y natural- mente con el tercer símbolo de la Gran Esfinge. Dentro de su desarrollo astronómico figuró el conocimiento antes mencionado del ciclo de aproximadamente once anos y medio de las manchas solares, que tal vez con justicia consideraron nefasto debido a los muchos y sensibles trastornos que, según su observación, producía tanto en lo psíquico como en lo material. Fenómeno mucho más notable entre los 22 y 23 anos, que es de donde partió su cronología, sintetizada en una rueda de 23 dientes. La astronomía moderna sabe que las manchas solares son causa directa de grandes trastornos atmosféricos, sísmicos, eléctricos, vien- tos solares, como también se les llama en algunos casos, etc. Otras ramas de la ciencia afirman que también afectan a la psiquis, de don- de resultan inestables inquietudes, sociales: guerras, crímenes, locura colectiva, etc. Ese ciclo solar de 22 a 23 años determinado por las manchas solares, era considerado por los mayas como período nefasto, debido a que lo conocieron principalmente porque notaron que afectaba a la mente humana. Seguramente notaron también otros efectos en los animales y en las siembras, por ejemplo. Esto nos recuerda lo que en el tiempo presente está ocurriendo en el mundo. Estamos viviendo notables desequilibrios, descomposi- (336) ción social, y decadencia o degeneración de todos los valores morales. En verdad no se sabe la razón de todo este desbarajuste, cuyo origen podría estar en el Sol o en algún otro fenómeno cósmico todavía desconocido. Frente a este lamentable panorama, la pregunta lógica seria: ¿hasta qué grado el ser humano es en realidad responsable de su actual autodestrucción? ¿No será qué estamos pasando por algo así como lo que los mayas llamaron período nefasto'! Es probable. De hecho, nuestros trastornos no son solamente físicos, sino básicamente mentales y psíquicos. Tanto es así, que seguramente durante largo tiempo impedirán que haya soluciones positivas a largo plazo en lo social y político, puesto que el motivo principal o causa básica de los trastornos es de origen cósmico. Al hablar del período nefasto de los mayas, implícitamente esta- mos hablando de las manchas solares. Estas, entre otros fenómenos, producen lo que se conoce como viento solar, que, según los medios científicos, consiste en átomos de materia solar proyectados por la actividad eruptiva de las manchas solares. De estos átomos, los que llegan a nuestro planeta crean problemas eléctricos en la atmós- fera, de tal manera que un incremento de las manchas solares viene a significar una sobre-electrización de nuestra atmósfera. Es de supo- ner que el ser humano, aunque no se dé cuenta, siempre lo sufre, sin identificar el origen. Ahora bien, si en el cosmos ocurre algún fenóme- no —hoy todavia no identificado e imprevisible, pero que aumente la actividad en las manchas solares—, nuestros problemas psíquicos y de toda índole aumentarán hasta qye se produzca el instante critico, que nadie sabe cuándo ni cómo será. Pero parece estar ya muy cerca en el tiempo. Debido a que todo esto lo empezamos a vivir juntos y de manera progresiva, en todos nosotros se ha desarrollado al mismo ritmo. Por ello no distinguimos hasta qué punto ha llegado la gravedad, ni mucho menos podemos avizorar soluciones lógicas. ¿Es el ser humano el único responsable de todos estos desagui- sados que tanto nos están afectando? ¡Entenderlo asi sería damos una importancia universal que de ninguna manera tenemos! Antes (337) bien, todo parece obedecer a una mecánica celeste a la que no se le puede atribuir intención de premio ni de castigo. Si cada once años y fracción hay un minimo de esto que se está diciendo y mucho más cada 22-23 años, ¿no será que existen ciclos mucho mayores en los que las consecuencias sean también mayores? Y si nada sabemos de nuestro presente ¿estaremos preparados para el futuro cercano? (338)