miércoles, 31 de enero de 2018

PARTE DOS - POSMODERNISMO...


PARTE DOS El problema lógico de la autorreferencialidad le ha sido señalado a los posmodernos por filósofos con mucha constancia, pero eso es algo que ellos tienen que abordar de forma convincente. Como Christopher Butler apuntó, “la plausibilidad de la proposición de Lyotard sobre el declive de las metarrelatos a finales del siglo XX depende, en última instancia, de una llamada a la condición cultural de una minoría intelectual”. En otras palabras, la hipótesis de Lyotard deriva directamente de los discursos que lo rodeaban en su burbuja académica burguesa y es, de hecho, un metarrelato hacia el cual no es remotamente incrédulo. Igualmente, el argumento de Foucault de que el conocimiento es históricamente contingente necesita ser, él mismo, históricamente contingente, y me pregunto por qué Derrida se molestó en explicar la infinita maleabilidad de los textos con tanta amplitud, si yo podría leer todas sus obras y afirmar que ellas son historias sobre conejos con el mismo grado de autoridad. Esta no es, por supuesto, la única crítica comúnmente hecha al posmodernismo. El problema más flagrante del relativismo cultural y epistémico fue muy bien tratado por filósofos y científicos. El filósofo Davi Detmer, en Challenging Postmodernism, dice: Consideremos este ejemplo, proporcionado por Erazim Kohak: “Cuando intento, sin éxito, meter una pelota de tenis dentro de una botella de vino, no necesito intentar varias botellas de vino y varias bolas de tenis; antes de usar el cañón de inducción de Mill, llego, intuitivamente, a la hipótesis de que las bolas de tenis no caben dentro de botellas de vino ( …) Ahora estamos en condiciones de cambiar las perspectivas posmodernas sobre la relatividad cultural y preguntarnos: “Si creo que las pelotas de tenis no entran en las botellas de vino, ¿puede demostrarme exactamente cómo es que mi género, ubicación histórica y espacial , clase, origen étnico, etc., menoscaban la objetividad de este juicio? [8] Sin embargo, él no encontró posmodernos dispuestos a explicar su razonamiento, y describe una desconcertante conversación con una filósofa posmoderna, Laurie Calhoun: Cuando tuve la oportunidad de preguntarle si es un hecho o no que las jirafas son más altas que las hormigas, ella replicó que este no era un hecho, sino un artículo de fe religiosa en nuestra cultura. Los físicos Alan Sokal y Jean Bricmont trataron el mismo problema desde una perspectiva científica en Imposturas intelectuales [Fashionable Nonsense: Postmodern Intellectuals’ Abuse of Science (Sinsentidos de moda: El abuso de la ciencia por parte de los intelectuales posmodernos)]. ¿Quién puede, ahora, negar en serio el “gran relato” de la evolución, excepto alguien preso por un relato maestro mucho menos plausible, como el creacionismo? ¿Y quién quisiera negar las verdades de la física básica? La respuesta es “algunos posmodernos”. y En realidad, hay algo muy extraño en la creencia de que, digamos, buscar leyes causales o una teoría unificada, o en cuestionarse sobre si los átomos realmente obedecen a las leyes de la mecánica cuántica, las actividades de los científicos son, de alguna forma, inherentemente “burguesas”, “eurocéntricas”, “machistas” o incluso “militaristas”. ¿Hasta qué punto el posmodernismo es una amenaza a la ciencia? Hay ciertamente algunos ataques externos. En las recientes protestas contra una conferencia de Charles Murray en Middlebury, los manifestantes gritaron, en un juego: La ciencia siempre ha sido utilizada para legitimar el racismo, el sexismo, el clasismo, la transfobia, el capacitismo y la homofobia, todos vistos como hechos y racionales, y apoyados por el gobierno y el Estado. En el mundo de hoy, hay poco que sea un “hecho” verdadero. [9] Cuando los organizadores de la Marcha por la Ciencia tuitearon que “La colonización, el racismo, la inmigración, los derechos, los derechos indígenas, el sexismo, el capacitismo, la queer-trans-intersexfobia y la justicia económica son cuestiones científicas” [10] muchos científicos criticaron esta politización de la ciencia, y éste descarrilamiento del foco en la preservación de la ciencia en pro de la ideología interseccional. En Sudáfrica, los movimientos progresistas de estudiantes #LaCienciaDebeAcabar y #Descolonización anunciaron que la ciencia es sólo una forma de saber que la gente fue enseñada a aceptar. Propusieron la brujería como alternativa. [11] Fotografía de Drew Hayes Sin embargo, la ciencia como una metodología no va a ninguna parte. No puede ser “adaptada” para incluir el relativismo y los “saberes alternativos”. Puede, sin embargo, perder la confianza del público, y así el financiamiento estatal , y eso no es una amenaza que deba ser subestimada. Además, en una época en que los líderes mundiales dudan del cambio climático, los padres creen en falsas afirmaciones sobre vacunas causar autismo y las personas se vuelven a homeópatas y naturópatas como soluciones a enfermedades graves, es peligroso en un nivel de amenaza para nuestra existencia destruir todavía más la confianza de las personas en las ciencias empíricas. Las ciencias sociales y las humanidades, sin embargo, están en peligro de perder todo el reconocimiento. Algunas disciplinas dentro de las ciencias sociales ya lo han perdido. La antropología cultural, la sociología, los estudios culturales y los estudios de género, por ejemplo, ya han sucumbido casi totalmente no solo al relativismo moral, sino también al relativismo epistémico. La literatura inglesa también, según mi experiencia, se enseña a partir de una ortodoxia posmoderna. La filosofía, como hemos visto, está dividida, así como la historia. Los historiadores empíricos a menudo son criticados por los posmodernos entre nosotros por afirmar que saben lo que realmente sucedió en el pasado. Christopher Butler retoma la acusación de Diane Purkiss de que Keith Thomas estaba permitiendo un mito que fundaba la identidad histórica masculina en la “falta de poder y de habla de las mujeres” cuando él traía evidencia de que mujeres acusadas de brujería en general eran indigentes sin poder alguno . Presumiblemente, debería haber afirmado, en contra de la evidencia, que eran ricas, o mejor aun, hombres. Como Butler dice: Parece que las afirmaciones empíricas de Thomas estaban en conflicto con el principio rival de Purkiss organizador de la narrativa histórica: el que debe ser utilizado para apoyar las nociones contemporáneas de empoderamiento femenino (p. 36). Tuve el mismo problema al intentar escribir sobre raza y género a la vuelta del siglo XVII. Argumenté que el público de Shakespeare no encontró tan difícil de entender la atracción de Desdémona por el negro Otelo, que era cristiano y soldado de Venecia, porque el preconcepto contra el color de la piel sólo se volvió dominante más hacia el final del siglo XVII, El tráfico negrero atlántico ganó fuerza, y las diferencias religiosas y nacionales eran mucho más profundas antes de eso. Un eminente profesor me dijo que eso era problemático, y me preguntó cómo las comunidades negras en los Estados Unidos contemporáneos se sentirían ante mi afirmación. Si hoy hay afroamericanos que se sienten mal con algo, se sigue que eso no pudo haber ocurrido en el siglo XVII, o que es moralmente incorrecto mencionar el hecho. Como Christopher Butler dijo, El pensamiento posmoderno ve la cultura como conteniendo un número de historias perpetuamente en competencia, cuya efectividad depende menos de un apelo a un patrón de juicio independiente que de apelar a las comunidades en las que circulan. Yo temo por el futuro de las humanidades. Los peligros del posmodernismo, sin embargo, no se limitan a los sectores sociales que giran alrededor de la academia y de la justicia social. Las ideas relativistas, la sensibilidad al lenguaje y el enfoque en la identidad sobre la humanidad o la individualidad han ganado terreno en el conjunto de la sociedad. Es mucho más fácil decir cómo se siente uno que examinar rigurosamente las evidencias. La libertad de “interpretar” la realidad de acuerdo con los propios valores de cada uno alimenta una tendencia muy humana al sesgo de confirmación y al razonamiento motivado. Se ha vuelto de sentido común decir que la extrema derecha ahora está usando las políticas de identidad y el relativismo epistémico en un camino muy semejante al de la izquierda posmoderna. Por supuesto, la extrema derecha siempre se basó en temáticas de raza, género y sexualidad y fue propensa a visiones irracionales y anti-científicas, pero el posmodernismo produjo una cultura más ampliamente receptiva a eso. Kenan Malik describe el cambio: Cuando sugerí de manera temprana que la idea de “hechos alternativos” se basó en “un conjunto de conceptos que, en las últimas décadas, fueron utilizados por radicales”, yo no estaba sugiriendo que Kellyane Conway o Steve Bannon, mucho menos Donald Trump, lean a Foucault o Baudrillard (…) pero sí que ciertas alas de la academia y de la izquierda, en las últimas décadas, ayudaron a crear una cultura que relativiza las perspectivas sobre los hechos y el conocimiento — lo que fue visto de forma inofensiva — y, así, hicieron más fácil para que la derecha reaccionaria no solo reaprovechara ideas reaccionarias, sino que promoviese esas ideas” [12]-MEDIUM https://medium.com